A lo largo del tiempo hemos sido testigos de que la violencia de género es un fenómeno histórico, social y cultural, que ha ido incrementando a pasos gigantes en nuestro país. Las cifras de violencia y femicidios en el último tiempo son realmente alarmantes y dan cuenta de forma estadística esta cruda realidad. Según el boletín estadístico del Ministerio Público entre enero-septiembre las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar corresponden a 72.987, mientras que las víctimas de femicidios según la Red Chilena contra la Violencia hacia la Mujer, suman 52 a la fecha del 22 de noviembre. Al leer estas cifras, podemos notar que estos hechos se enmarcan en relaciones de parejas, en donde debería predominar el amor, el respeto, la confianza y el cuidado del otro. Pero al posicionarnos en esta realidad suena casi como una utopía reconocer a parejas con esas características, ya que en algunas ocasiones hemos sido testigos de hechos terribles que han terminado con la vida de una lista interminable de mujeres que día a día sufren violencia, ante la pasividad y silencio de la sociedad. Hemos conocido así, casos tan impactantes como el de Nabila Rifo de 28 años, de Coyhaique, quien el 14 de mayo del presente año fue agredida brutalmente llegando incluso a la mutilación de sus dos ojos por su ex pareja, con quien llevaba una relación inestable y con violencia intrafamiliar. Es por esto que podemos afirmar que este tipo de violencia no distingue ni edad ni clase social.
Es importante señalar que la violencia de género, no se da solo en relaciones de parejas, ya que puede estar presente en el ámbito tanto privado como público, en el hogar, en la calle, en el trabajo y en los establecimientos de educación, su impacto es mucho mayor en este tipo de relación. Por lo mismo, es de suma importancia saber que existen distintos tipos de violencia e identificar qué tipo de violencia puedes estar sufriendo incluso sin que te des cuenta. Es así como podemos encontrar según el Manual Para la Prevención de la Violencia Social y de Género, la violencia de tipo física, donde el agresor ataca el cuerpo de la víctima mediante empujones, jalones de pelo, golpes que incluso pueden producir fracturas y/o traumatismos graves. La violencia de tipo psicológica, que es una de las más comunes e invisibilizadas por la sociedad, donde la víctima es denigrada, humillada y desvalorizada por el agresor. La violencia de tipo económica de la cual muy poco se habla, en donde el ofensor controla las finanzas de la víctima, le impide trabajar, le pide prestado y no le paga e incluso puede llegar a la explotación económica. Por último encontramos la violencia de tipo sexual donde el ofensor busca satisfacer necesidades de tipo sexual sin el consentimiento de la víctima, la que se puede dar en contextos de relaciones de pareja, situación de familiaridad, amistad, o personas desconocidas de la víctima.
Al poner en evidencia esta situación, es casi inevitable preguntarse de donde nace la violencia de género, o porque se ha ido incrementando en las últimas décadas, o más bien visibilizado, porque siempre ha existido. En relación a esto podemos decir que, la violencia en contra de la mujer tiene su origen en la asimetría de la relaciones entre hombres y mujeres, por lo que uno de los factores desencadenantes de la violencia es el machismo. El cual nace en la cuna del patriarcado, y es mantenido bajo el modelo capitalista existente en nuestra sociedad, ya que agudiza y mantiene las formas de dominación de las mujeres, puesto que, invisibiliza el aporte que estas hacen, el cual está relacionado mayormente con lo doméstico y reproductivo. Y le da mucho más valor al trabajo productivo del hombre. Es por esto que no es raro que el machismo esté tan enraizado tanto en los hombres como en las mujeres, ya que ha sido aceptado en la sociedad de forma natural, por lo mismo es común escuchar frases como: “el hombre es la cabeza del hogar”, “el hombre debe salir a trabajar y la mujer debe quedarse en casa cuidando a los niños”, “seguro se acostó con el jefe por eso la ascendieron”, o si el hombre sale con muchas mujeres es tildado de “campeón” y si es una mujer la que hace eso es tildada de “puta”. Cuando una mujer es violada se escuchan frases como, “ella lo provocó, mira como andaba vestida” y por ultimo si es asesinada “ella era provocativa, ella tenía muchos amigos, ella provocó los celos de ese hombre, por eso la mató”. Frases así de brutales y así de reales.
El hecho de que esta problemática sea invisibilizada en la sociedad actual, afecta principalmente a los jóvenes ya que estos creen que la violencia dentro de la pareja se da principalmente en adultos, en donde las relaciones son más formales y las parejas conviven o tienen un vínculo matrimonial y que esta no está presente en las relaciones de “pololeo”. Este hecho hace que los jóvenes y principalmente las mujeres se conviertan en una población vulnerable, ya que no tienen conciencia de este riesgo, que en la mayoría de los casos es de forma silenciosa e invisible, puesto que para los jóvenes es normal, revisarle las cuentas de las redes sociales (Facebook, WhatsApp, Instagram, Snapchat, etc) a la pareja, prohibirle que use determinada ropa o que hable con determinadas personas, llevando a la joven incluso al aislamiento social.
La visibilidad y afrontamiento de la violencia de género se realiza de forma tardía, sucede en su mayoría cuando ya existen consecuencias físicas, por esto es importante detectar de manera oportuna situaciones de violencia que pueden incluso salvar tu vida.
El impacto de la violencia de género es tal, que para esto último existe un instrumento conocido como violentometro, que permite visualizar las diferentes manifestaciones de violencia, que en la mayoría de los casos, se encuentran ocultas en la vida cotidiana. Estas acciones violentas muchas veces se desconocen e incluso las personas las confunden con actos de amor, por ejemplo, que tu pareja te revise constantemente el celular, podemos ver que este hecho afecta la privacidad de la persona, no es un hecho de violencia directo, pero si afecta a la integridad de esta. Quizás para algunos suene ridículo y tilden a las mujeres de “tontas” o “exageradas” pero todos estos hechos menores son los que con el tiempo pueden llevar a algún tipo de violencia ya sea física o psicológica. Pero asumir esta realidad no está tan fácil para esas mujeres, esto se puede atribuir a diferentes factores, en el caso de las mujeres que conviven con su pareja y tienen hijos, esto se puede deber a la dependencia económica, al bienestar de los hijos, no queriendo separarlos del padre y un sinfín de otras razones. Por otro lado las parejas jóvenes que están en el proceso de pololeo no asumen la realidad cuando hay violencia, los hombres y mujeres tienden a normalizar muchas veces las discusiones, peleas, gritos, cuando se van dando constantemente e incluso pueden justificarlos
La realidad es que muchas mujeres no asumen, ni reconocen que están sufriendo violencia, se puede afirmar que la violencia en contra de las mujeres es un problema de salud pública y de justicia social, sin embargo pese a esto, muchos Estados, incluyendo el de nuestro país están en deuda, ya que a pesar de que esta problemática ha ido creciendo, aún no toman medidas que la erradiquen.
Es por esto que en Chile se necesita con urgencia no solo una ley de violencia intrafamiliar, ley que actualmente en su Artículo 1 plantea que tiene como finalidad prevenir, sancionar, erradicar y otorgar protección a la víctima, pero esto solo comprendido desde un ámbito netamente familiar, excluyendo así los casos de violencia sexual, verbal o psicológica ocurridos fuera de relaciones maritales, los cuales deben ser arbitrados a través de otras resoluciones legales, que por lo demás, carecen de una mirada de género. Existe la necesidad de una ley de violencia de género, donde se pueda dar justicia no solo a los delitos que se comenten dentro de las relaciones de matrimonio o de convivencia, sino a todos los tipos de violencia que se puedan dar en relaciones de pareja como el “pololeo”, debido a que actualmente esta parte de la sociedad se encuentra vulnerada y no incluida en una ley que la proteja en caso de sufrir violencia. Esta problemática es tal, que incluso se necesita protección para las mujeres en aquellos contextos en que ni siquiera existe algún tipo de relación amorosa, ya sea en el trabajo e incluso en la vía pública. Si bien la violencia de género, es más frecuente en contexto intrafamiliar y presenta consecuencias a veces fatales, resulta necesario además de proteger a las victimas, ampliar el marco regulatorio a otros tipos de violencia.
La violencia en contra de las mujeres constituye una violación a los derechos humanos. Los cuales son universales, inalienables, interrelacionados, interdependientes e indivisibles. Todos tenemos derecho a la vida, el derecho a una vida digna en todos los aspectos, a la integridad personal, la igualdad, y la libertad. Pero aún existen personas que no respetan estos derechos, vulnerando principalmente al género femenino. Vivimos en una sociedad machista, en donde esto está tan naturalizado y enraizado, que el hombre aún se cree y se le asigna la autoridad, de sobrepasar los derechos del género femenino.
Este pensamiento y actuar machista no son por arte de la naturaleza, sino más bien se da por un constructo social, la violencia afecta a cualquier mujer, no importando su clase social, educación, estado económico, etc. Por tanto también puede ser cualquier persona que haga el papel de violentador. Estas personas, mayoritariamente hombres, que ejercen violencia en contra de la mujer, aprenden de la sociedad, y no está necesariamente relacionado con si fueron o no violentados en su contexto familiar, sino a una multiplicidad de factores proporcionados por las relaciones desiguales entre géneros.
Desde la infancia se enseña a los niños, en la educación familiar y formal que existen roles relacionados con ser mujer y otros con ser hombre, en este proceso muchas veces se estereotipan los géneros, enseñándoles a los niños y niñas un ideal de cómo deben ser y que deben hacer a medida que van creciendo. Junto con esto los medios de comunicaciones son los impulsores de la mentalidad machista y la denigración femenina, ya que las muestran principalmente como objetos sexuales y deseables, o como encargadas totales de los labores de hogar y cuidado de la familia, esto predispone sin duda a la violencia generalizada ejercida hacia las mujeres. En todos estos aspectos se ha ido construyendo una desigualdad de género, que ha sido normalizada, haciéndose parte de la vida cotidiana.
Es por esto que es obligación de todos y principalmente de nosotras como mujeres exigir nuestros derechos y que el gobierno nos proteja ante el peligro real al que estamos expuestas cada día. Además de evitar reproducir actos machistas en contra de nosotras mismas, y crear conciencia de que el prohibir cosas, el celar, e invadir en nuestra privacidad no son actos de amor, sino son el primer paso en el frecuente y oculto camino de la violencia.
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